miércoles, 6 de enero de 2010

GRACIAS RAYMOND, GRACIAS PAUL (III)





- ¿Cómo estás amigo?  - preguntó Paul casi esbozando una sonrisa.
- He estado mejor.  – respondió Raymond.
- Estoy seguro.  Vamos, pasa.  – dijo Paul haciéndole un gesto con la mano para que entrara y abriendo un poco más la puerta.
Raymond se sentó en el mismo espacio de sofá donde se sentaba siempre, con Paul recostado en el sillón de enfrente.
- Me cuesta estar en casa Paul.  Echo de menos a Rita, dios, si es que hay alguno, bien sabe que es así, pero no es eso lo que más me atormenta.  – dijo Raymond suspirando quejosamente antes de seguir hablando.
- Paul, eres mi mejor amigo desde que tengo memoria, estuvimos juntos en la Universidad, nos casamos y nuestras mujeres se hicieron amigas, tu vecino se mudó y nos conseguiste el apartamento, sé que puedo contar contigo, pero también se que soy una persona difícil.  Me ha conmocionado su pérdida, me ha trastornado el modo en el que ha ocurrido, no se si mi cabeza está preparada para asimilarlo, ya sabes que siempre he sido una persona nerviosa, y todo esto me está desequilibrando.  ¿Por qué demonios se tiró por la ventana? ¿Qué cojones tenía en la cabeza?  ¿Y si después de todo resulta que no conocía a mi mujer?
- Nunca se conoce a nadie del todo Ray.  Es una situación retorcida, mucho, pero eres una persona fuerte, tienes que estar por encima de las circunstancias. 
- Lo sé, lo sé, pero sigo sin saber qué pensar Paul, uno comparte tantos años de su vida con una persona y de repente es como si no supieras quién es.  Yo jamás hubiera pensado que ella sería capaz de suicidarse.  - dijo Raymond mirando fijamente la cara de su amigo. 
- Rita no era la mujer de mis sueños, y yo tampoco era su príncipe azul, pero ¿quién coño es lo suficientemente iluso como para aspirar a eso hoy en día?  Es posible que siguiésemos juntos por pura inercia, no porque nos quisiéramos como tienen que quererse dos personas que van a compartir el resto de su vida, pero si te soy sincero, no creo que nunca hubiese llegado a dejarla.  Y ella a mí tampoco, demonios.
- Mira, sé que esto es muy espinoso, si quieres que te diga la verdad, yo tampoco tendría muy claro como actuar.  Vuestra relación no era diferente a la de cualquier matrimonio de Machine, pero no creo que sea cuestión de buscar un motivo ni de sentirse culpable.  Rita era una mujer reservada, algo desconcertante incluso, siempre lo decías.  Sé que esto es demasiado, y que ha sido toda una sorpresa, pero hoy en día, puedes esperarte casi cualquier cosa de casi cualquier persona.  No te quedan muchas más opciones que mirar hacia delante.  – dijo Paul tratando de ser comprensivo.
- Tienes razón, como siempre.  – dijo Raymond aturdido por los efectos del alcohol, sucumbiendo finalmente a la elocuencia de su amigo.  Creo que la mejor opción es pasar página, intentar no pensar en ello y tratar de rehacer mi vida.  Después de todo, acabo de cumplir los treinta, todavía soy joven.
- Bien dicho amigo, ese es el espíritu.  – contestó Paul satisfecho.  Dame un minuto, tengo que ir a mear.
Paul fue al cuarto de baño y se miró al espejo.  Tenía la misma edad que Raymond, pero parecía mucho más viejo.  Desde que Lucille le abandonó su existencia se había vuelto sombría y aburrida.  Anteriormente había sido un hombre con mucho éxito en el arte del flirteo, pero ahora, falto de interes, apenas veía a mujeres y cuando lo hacía era pagando; trabajaba en el cómo corrector de estilo y traductor en una importante editorial independiente aislado de todo y de todos, tras un par de libros de poesía y una novela sin demasiado éxito había dejado de lado la escritura, su verdadera pasión, no tenía muchos más amigos aparte de Raymond y su familia vivía a más de 1000 kilómetros de Machine.  Se podría decir que su vida no era demasiado apasionante.  Estaba contento de poder ayudar a Raymond, sabía que tenía muchos defectos, pero creía firmemente que era una gran persona, y estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para apoyarle.  Ser capaz de apreciar la amistad a niveles tan profundos le hacía sentir una cierta dosis de felicidad. 
Cuando Paul terminó de mear, se lavó las manos y salió del cuarto de baño, henchido de una renovada energía, entrando al salón casi a punto de sonreír.
- Escucha Ray, ¿sabes qué he pensado que podríamos hacer este fin de semana?
Paul miró al sofá y vio a Raymond profundamente dormido, con las piernas extendidas sobre la alfombra, la cabeza colgando hacia un lado y la boca muy abierta.  Fue a buscar la misma manta con la que lo había cubierto el día anterior, y lo tapó cuidadosamente.

La tarde siguiente era especialmente fría, Paul volvía del trabajo caminando por el borde de la acera, intentando evitar los ligeros charcos de hielo escarchado que se acumulaban alrededor de los desgastados adoquines, cruzándose masivamente con cientos de personas con aspecto de tener una historia que contar.  Muchachos de color vestidos con chándal que iban a jugar a baloncesto a la cancha de detrás del almacén de comida Molly’s para retar a los chicos blancos de la zona, jóvenes disfrazados a la última moda que se dirigían a alguna fiesta en un ático desde el que se veía toda la ciudad, hombres ataviados con trajes de diseño fumando puros con una puta colgada del brazo, indigentes que proclamaban la buena nueva desde cualquier esquina, preciosas mujeres ataviadas con elegantes vestidos negros y cultivadas con tres o cuatro carreras universitarias, capaces de devorar a un hombre en sólo unas horas, bizarros judíos que discutían a gritos mientras caminaban, pakistaníes vendiendo perritos calientes en la calzada, taxistas hindúes regateando el precio de la carrera con algún italiano alborotador, ejércitos de soldados asiáticos que se dirigían hacia Chinatown, estudiantes europeos que paseaban fascinados dirección al barrio de los pubs y los teatros alternativos… la genuina ciudad de Machine, ni más ni menos.
Cuando Paul giró la esquina de la calle 21 con la 16 vio un coche patrulla en la puerta de su edificio, el corazón le dio un vuelco e inmediatamente le vino a la mente la imagen de Rita tendida sobre la acera, cubierta por una manta oscura.  Salió corriendo y fue hasta donde se encontraban los policías.
- ¿Qué ha pasado?  - dijo apresuradamente dirigiéndose al primer agente que encontró.
- No ha sido nada, algo parecido a una discusión conyugal.  – contestó desinteresadamente el joven policía.
- Vivo aquí, ¿puede decirme en qué piso ha sido?  - preguntó Paul.
- En el 612. 
- Maldita sea, es el piso de Raymond, mi vecino, ¿sería tan amable de decirme que ha pasado, por favor?  - volvió a preguntar Paul algo irritado.
- Lo siento, no puedo decirle nada, pregúntele al inspector Chalmers.  Él le atenderá.  – dijo el policía señalando con el dedo a un hombre negro con una gabardina color caqui que le colgaba hasta los tobillos.
Paul se acercó hasta el hombre y le habló, esta vez en un tono mucho más nervioso.
- ¿Inspector Chalmers?
- El mismo.
- Escúcheme, por favor, soy el inquilino del apartamento 611, creo que están aquí por mi vecino.  Ese hombre es mi amigo, ¿podría decirme que ha pasado por favor?
- ¿Es usted el señor Auschner?  - preguntó el inspector mirando a Paul por encima de unas diminutas lentes ovaladas.
- Sí, soy yo, Paul Auschner.
- El señor Carter mencionó su nombre,  dijo que usted lo arreglaría.  Acaban de llevárselo a la comisaría de Perningdale.  ¿Quiere acompañarme?
Paul siguió al hombre negro y ambos se montaron en un Honda de color plata algo viejo y gastado.  Intentó abrir la puerta del copiloto pero le resultó imposible.  Finalmente, el inspector Chalmers la abrió desde el interior del vehículo.
- Disculpe, este coche ya tiene muchos años, pero el presupuesto actual no alcanza para tirar cohetes.  – dijo mientras ponía en marcha el motor y arrancaba.
- Perdone señor Chalmers, ¿puede decirme ya qué problema ha habido con mi amigo Raymond?  - preguntó Paul con tono de agotado nerviosismo.
- ¡Ah, sí!  Su amigo está como una regadera, tiró por la ventana un teléfono inalámbrico, un equipo estéreo y un aspirador.  Uno de los altavoces alcanzó en el hombro a una mujer que paseaba por la calle.  Está en el hospital, parece que no es nada grave, el hombro dislocado y un fuerte golpe en la cadera, es posible que tengan que operarla.  ¿Podía haber matado a alguien sabe?  Dos automóviles que estaban estacionados han sufrido daños considerables.  Ese tarado está metido en un buen lío.  – dijo el inspector entre risas.
        © D.A.S 2009  

CONTINUARÁ... MAÑANA (O PASADO)


Recomendación musical:  Atlas Sound - Let the blind lead those who can see but cannot feel
http://rapidshare.com/files/94853306/lamadrigueradeconejo.blogspot.com_Atlas_Sound.rar
Primer disco de Atlas Sound, alias de Bradford Cox, cantante y alma máter de Deerhunter, una de las bandas indies más interesantes del panorama actual.  En solitario Cox explota al máximo todo lo que ya se le presume como líder de los Deerhunter : psicodelia electrónica ambiental y enrevesada, atmósferas etéreas y envolventes cercanas a la ensoñación, literatura onírica y surrealista, oscuridad en los pasajes más extensos, luminosidad en los más breves...  todo con el mismo aire hipnótico deudor de los mejores Jesus & Mary Chain o My Bloody Valentine que ya pasea con su banda.   En definitiva, una reposada mezcla de ambient, sintetizadores, pop de buhardilla, shoegazing y new-weird folk.  Una obra muy personal de un tipo al que le sobra el talento.
Acaba de salir su segundo disco, que aún no he escuchado; de momento, el enlace de descarga: http://www.megaupload.com/?d=12fznj9p


Recomendación cinéfilaLlevo unos días re-descubriendo a Cassavettes, y me parece el genio entre los genios del cine independiente.  Hiperrealismo, cero de luces artificiales, actores que se funden con su personaje, escenarios naturales, casi nada de vestuario y maquillaje, montaje ágil e improvisado... en definitiva: verdadero amor al arte (al séptimo) por los cuatro costados, sin artificios y con dos duros de presupuesto.  Todo despide una autenticidad y una pasión que crean la profunda sensación de estar viendo algo realmente único, y de que esa gente se dejaba la piel por hacer lo que hacían.  Otra manera de crear y pensar el cine.  De aquí cogió prestados muchos de sus principios el famoso Dogma del amigo Von Trier.
* Una anécdota:  Un operador de cámara graba un plano en movimiento de Gena Rowlands en Gloria, Cassavettes lo ve y dice que está demasiado bien hecho; lo repiten y cuando el cámara está grabando Cassavettes pasa por su lado y le da un golpe en el codo que le desestabiliza la cámara.  En dos segundos el cámara la endereza y continúa grabando, cuando terminan el plano Cassavettes dice: "Ahora sí es un plano de verdad".

TRES PELÍCULAS SUYAS  
*Shadows          *Gloria         *A woman under the influence

0 comentarios:

Publicar un comentario

DO YOU LIKE IT?

COMPARTE

 
¡Recomienda este blog!