martes, 30 de junio de 2009

LULU



La hermosa joven se despidió del público dejando caer su nombre: Lulu. Cantó “Blue Moon” y se retiró.
Instantes después apareció por la barra, y Verlain y yo la invitamos a sentarse.
En una primera instancia se negó, pero al ver nuestros ojos de borrachos felices aceptó tomar una copa de vino.
- Has estado fantástica. Cantas realmente bien. – le dije sinceramente en inglés.
- Muchas gracias. – contestó ella en un inglés afrancesado totalmente encantador.
- Sí, nos has embelesado a los dos, no podíamos quitarte los ojos de encima. Yo soy Dean, y mi guapo amigo es Sal – dijo Verlain con cierto tono pícaro mientras sonreía.
- Gracias, muchas gracias de verdad. – contestó Lulu mirando hacia el suelo.
- ¿Actúas aquí todas las noches? - pregunté yo.
- Tres veces por semana.
- Muy bien, creo que el siguiente día no nos lo perderemos ¿verdad amigo? - dijo Verlain mirándome con expresión cómplice.
- Puedes apostar a que no. – respondí mirando a Lulu a los ojos.
Pedimos otra botella y hablamos de banalidades mientras un pianista blanco muy mayor repasaba clásicos del jazz de los 50 y 60.
En el momento que Lulu fue al servicio aproveché para hablar con Verlain.
- Escucha Verlain…
- Dean.
- Dean. Me gustaría irme con ella. ¿Cómo lo ves? - pregunté con poca convicción. La pregunta tenía más que ver con el hecho de dejar a Verlain solo que con el de que estuviese seguro o no que tenía posibilidades con Lulu.
- Creo que la tienes en el bote. Has visto cómo te mira? Es muy joven, supongo que le pareceré mayor. – dijo riendo. Escucha Sal, volveré solo al hotel, pagaré otra habitación y la dejaré a tu nombre ¿de acuerdo? Podéis dormir allí. Mañana nos reuniremos para cenar y me cuentas cómo ha ido.
- Te debo una amigo.
- No me debes una mierda. Iré a pedir otra botella y me marcharé, tú haz lo que tienes que hacer. – dijo mientras se levantaba de la mesa.
- Lo haré. Hablaremos mañana. No apagues el teléfono móvil.
- Suerte chico. – dijo mientras nos abrazábamos ligeramente.
Verlain se acercó a la barra y después de hablar con el camarero se perdió por las cortinas rojas que llevaban a la puerta al final del pasillo.
Lulu y yo nos besamos en la siguiente copa de vino y nos marchamos cuando estaban a punto de cerrar.
Me dirigí hacia la barra con ella del brazo y pregunté al camarero:
- ¿Qué le debo jefe?
- Su amigo ya ha pagado la cuenta. Y muchas gracias por la propina. – dijo alegremente.
Llegamos en taxi al hotel, el recepcionista nos sonrió y me dio la llave, subimos en el ascensor besándonos ansiosamente cómo dos jóvenes enamorados.
Entramos en la habitación y sobre la cama había una botella de champagne dentro de una hielera, un ramo de flores y una nota.
“Pasadlo bien y disfrutad de la botella.
Nos vemos mañana a la hora de la cena.
Vuestro amigo:
Dean”

Estábamos muy borrachos y cachondos y Lulu se abalanzó sobre mí nada más servir la primera copa. Cogió la botella de champagne y comenzó a derramarla sobre mi pecho desnudo lamiéndome cómo si fuera lo último que iba a hacer en la vida mientras yo sujetaba su delicado cuerpo desde la cintura y ella se contoneaba a golpes de cadera.
Hicimos el amor salvajemente en aquella enorme cama durante más de dos horas seguidas. Fue maravilloso. Después caímos rendidos.
Nos despertamos hacia las tres de la tarde y volvimos a hacer el amor. Nos quedamos tumbados boca arriba cogidos de la mano.
- ¿De dónde eres? - pregunté.
- Soy de Camerún, pero vine a Francia muy pequeña. Mi familia y yo vivimos durante un tiempo en Lyon, y después vinimos aquí, a París. ¿Y tú?
- Soy de Barcelona.
- Me encanta Barcelona, nunca he estado, pero me encantaría ir, ¿me llevarás algún día?
- Es posible. – respondí con una falsa y confusa sonrisa.
- ¿Y a qué te dedicas?
- Soy escritor. Viajo por el mundo viviendo la vida y escribiendo lo que me pasa.
- ¿Hablas en serio? - sus ojos se abrieron cómo platos, su rostro tenía una expresividad exacerbada que acentuaba aún más sus preciosos rasgos.
- Claro.
- Vaya. Debe ser el mejor trabajo del mundo. – dijo, pensándolo de verdad.
- No está mal. Trabajo para varios periódicos importantes, me pagan muy bien. – contesté convencido, siempre se me había dado bien creerme mis propias mentiras.
- ¿Y tú a que te dedicas? - pregunté expectante.
- Estudio Bellas Artes, me gusta pintar. Canto en el club tres noches por semana y por las tardes doy clase de francés a niños emigrantes. Vivo en una pequeña habitación en Montmartre.
- Vaya, me has dejado impresionado. – dije agitando la cabeza.
- No, tú eres el que me ha sorprendido a mí. – contestó riéndose.
Nos besamos tiernamente y nos abrazamos durante un rato.
- ¿Sabes? Hace tiempo que no me cruzaba con nadie cómo tú, tienes algo, no sé que es, pero tienes algo, y ese algo es bueno, me gusta estar cerca de ti. – me dijo mientras clavaba sus grandes ojos negros en los míos y movía los labios de un modo extremadamente sensual.
- Gracias. Eres fantástica, lo supe desde que te vi sobre el escenario. – hablé mirando hacia la nada, mitad mintiendo mitad diciendo la verdad, pero avergonzado de todos modos.
- Iré a ducharme. ¡No te vayas, vuelvo enseguida!
Entró al baño y me quedé desnudo sobre las sábanas pensando que me podría enamorar de aquella mujer sin ningún tipo de esfuerzo.
Me levanté de la cama y comencé a vestirme, pero no encontraba la camisa. La busqué por todas partes pero no aparecía. . Dejé el ramo de flores sobre la cama, cogí un bolígrafo y una libreta y pensé algo bonito.
De fondo escuchaba a Lulu cantar “Some velvet morning” por encima del ruido de la ducha. No se me ocurrió nada y volví a dejar el bolígrafo y la libreta en su sitio.
Me puse las zapatillas y salí de la habitación corriendo y sin camisa.
© D.A.S 2009

FOTO: William S. Burroughs & Alene Lee (Mardou Fox of Kerouac’s novel The Subterraneans)

Recomendación musical: Emir Kusturica & The non smoking band http://rs106.rapidshare.com/files/43765987/Original_Soundtrack-musicapacheca.blogspot.com.rar

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