jueves, 8 de julio de 2010

ENAMORARSE DE TI ES IGUAL QUE COMER CLAVOS



Enamorarse de ti es igual que comer clavos. 
Es apretar los dientes intentando luchar contra algo más duro que la propia carne y esperar sin remedio que la sangre infectada por los asquerosos parásitos del amor enfermo brote salvaje y salvajemente se acumule en las pobres gargantas de los insensatos que nos atrevimos a respirar tu mismo aire, sintiendo sin esperanza como la vida se desgarra y el rojo inunda hasta el último resquicio de nuestro insignificante ser mientras tú observas desde la distancia y sonríes con ternura homicida.
No existe modo alguno de pelear contra el hambre de corazones crudos que te invade cuando el capricho y la locura se vuelcan en tus ojos asesinos, capaces de fulminar torres grandes como hombres y derrumbar murallas de orgullo y dignidad sólo con el sutil poder de la mirada.   
Tu mirada, pupilas sin fondo que diluyen su terrible color negro haciendo que la dulce oscuridad nuble la razón de tu siguiente víctima, sin nada ni nadie que pueda salvarle.
Enamorarse de ti es igual que comer clavos. 
Cuando por fin has tragado todos y una sonrisa de felicidad masoquista se refleja en el charco de sangre granate y brillante que se formado a tus pies caes en la cuenta de que los clavos y ella están dentro de tu cuerpo, y sabes que lo que vendrá a partir de entonces,
va a doler de verdad.
© D.A.S 2010


Recomendación musical: King Khan & BBQ show - Invisible girl
No los conocía y me un experto en el tema me los descubrió en el pasado Primavera.  En directo son brutales, sus conciertos son una fiesta de ruido y desparrame, acostumbran a travestirse y disfrazarse (en la ocasión que los vi lucían pelucas fosforitas y vestidos ultracortos y ultraceñidos), e interactúan con el público con bastante tino.  Por lo que he leído algunos de sus shows han acabado con orgías en el escenario, peleas y desbarres varios.  Divertidos es poco, vaya.
Y en cuanto a lo musical, geniales.  Herederos del garage pop más melódico y saltarín (Ramones, etc), y mucho más auténticos que la mayoría de las cabezas visibles del discreto revival garagero que parece estar surgiendo en los últimos tiempos (Black lips a la cabeza), alternan temas incendiarios y salvajes con otros absolutamente coreables y bonitos, con una estética musical que recuerda horrores a uno de los genios de nuestra generación, el añorado Jay Reatard.
Este disco en concreto es toda una colección de hits, canciones directas y sencillas que llegan desde la primera escucha, con algunos temas ideales para darte de cabezazos bailando con los amigos ("Animal party", "Truth or dare") y otros para retozar con la chica que te hayas tirado esa noche ("I'll be loving you", "Invisible girl", “3rd Avenue”).
Finos finos.

1 comentarios:

A. Vicien dijo...

salir de farra contigo si q es como comer clavos, o respirarlos! jurjujrujru

me ha gustado.

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